Tengo que reconocer que soy una fanática enamorada de las torrijas. No sólo porque me guste comerlas, que es un hecho, lo que realmente me apasiona es elaborarlas. Mi abuela paterna, Asunción, siempre me hacía hincapié en que lo más importante era que el pan fuera de miga firme y del día anterior, aunque entre nosotros, creo que el secreto está en aromatizar y endulzar bien la leche.
Este postre de milenios de antigüedad inicialmente no llevaba huevo ni azúcar. Es un postre casero que se fue adaptando a los tiempos y despensas de la época, ya que en ocasiones no se utilizaba ni tan siquiera leche, en su defecto se emborrachaban con vino. ¡Qué buenas son las torrijas de nuestro tiempo! No envidio en nada al pobre Marco Gavio Apicio (siglo I d.C) conocido como el glotón romano, que las comía solo empapadas en leche.
Quiero compartir con ustedes nuestra receta familiar de Torrijas, espero que les guste
Ingredientes: Pan de pueblo como para 5 torrijas (miga dura a poder ser del día anterior) // Leche entera, 1 litro // Azúcar, 160 gramos // Para aromatizar al gusto, piel de naranja, piel de limón y matalauva (anís) // Canela en rama. Para la fritura: Huevos, 3 unidades // Azúcar, 1 cucharada sopera // Aceite de oliva suave (acidez 0,4º)
Procedimiento: 1. Aromatizar la leche. Ponemos en un caldero la leche, azúcar y los ingredientes que queramos utilizar para aromatizar. Lo ponemos a fuego moderado hasta llevarlo a ebullición. Una vez comience a hervir, lo tapamos con una tapa y dejamos infusionar hasta que esté tibia. 2. Corte y baño de las rebanadas de pan. En cada casa tienen sus preferencias a la hora del corte del pan, en mi caso, a mí me gusta cortar la rebanada de pan gruesa, como de dos dedos y medio. Las pongo en una bandeja bastante profunda. Una vez la leche este templada, con la ayuda de un cucharón voy remojando una por una cada torrija hasta acabar con toda la leche. Por norma la leche cubre un poco menos de la mitad de la torrija. Tapo la bandeja con papel retráctil y la dejo reposar toda la noche en la nevera. 3. Fritura. Al día siguiente, saco las torrijas de la nevera, escurro el excedente de leche. Pongo a fuego moderado una sartén con abundante aceite, en lo que se calienta, en un bol, casco los huevos y bato junto con el azúcar con la ayuda de una varilla o tenedor. Sumerjo la torrija en el huevo, le doy un par de vueltas para que se impregne bien y cuando está el aceite listo pongo las torrijas con cuidado que no me salpique ni queme. Por norma, caben dos torrijas en cada sartenada. Doro por ambos lados, saco y pongo en una bandeja o plato. Listo para comer.
En casa de mi abuela, recuerdo que a ella le encantaba preparar un azúcar aromatizado con la ralladura de limón y naranja. Este azúcar se espolvorea de manera abundante sobre la torrija. Aunque está muy rica de esta forma, yo prefiero endulzarla con miel de palma e incluso sola, sin nada más. De eso se trata de dar nuestro toque personal a este plato tan sencillo y rico de elaborar.
Priscila Gamonal